La compra de Twitter mediante una OPA por 44.000 millones de dólares
A principios del mes mayo (año 2022) trascendía la noticia de que el multimillonario Elon Musk (exitoso empresario norteamericano dueño de la marca de coches Tesla) había adquirido una de las principales redes sociales: Twitter.
El motivo: probablemente ganar influencia y diversificar más sus negocios, pues dinero no parece ser una necesidad para el hombre más rico del mundo.
Para ello, y contando con el apoyo de 19 inversores más, ha lanzado una OPA sobre Twitter por importe de 44.000 millones de dólares, la cifra en la que ha valorado a la compañía y por la cual se ha hecho con una buena parte de su capital.
El concepto de OPA (recordatorio)
Recordemos que una Oferta Pública de Adquisición -OPA- es una operación por la cual un potencial comprador -particular o sociedad- ofrece a los accionistas de una empresa cotizada en bolsa la compra de sus acciones a cambio de un precio (una remuneración en efectivo, en acciones o a través de otros instrumentos).
Una OPA se considera "amistosa" si se presenta con un acuerdo previo entre el comprador, los accionistas de referencia de la compañía opada y/o su consejo de administración.
Y se considera "hostil" cuando no hay acuerdo previo, y el comprador trata de ganarse a los accionistas por su cuenta para que le vendan su participación, sin contar con el visto bueno del órgano de administración de la empresa, ni de su "núcleo duro" de accionistas.
Los inversores conseguidos por Musk
Entre estos inversores que apoyan la OPA de Musk se encuentran:
(1) el magnate Larry Ellison (fundador de Oracle), que aportará 1.000 millones de dólares;
(2) la empresa de capital-riesgo Sequoia, que aportará 800 millones;
(3) el fondo de tecnología con sede en Dubai VyCapital, que aportará otros 700 millones;
(4) el mercado de criptomonedas Binance, que pondrá 500 millones;
(5) el príncipe saudí Alwaleed Bin Talal Abdulaziz Alsaud, que ya es accionista de Twitter y que aportará sus 35 millones de acciones valoradas en 1.900 millones de dólares, siendo el principal socio de Musk;
(6) y otros fondos de inversión como Apollo Global Management, o el fondo el soberano de Qatar.
Musk está intentando convencer también a Jack Dorsey, el fundador de Twitter, para que se sume a la OPA aportando su 2,3% del capital valorado en 1.000 millones de dólares.
La financiación de la compra de Twitter
Más de la mitad de los 44.000 millones de dólares procederán de los inversores que Musk ha conseguido implicar en el proyecto (incluidas las aportaciones que él mismo realizará).
La financiación de la compra total será articulada de la siguiente manera:
(1) 27.250 millones de dólares a través de aportaciones de sus socios-inversores (la mayoría por el propio Musk);
(2) 6.250 millones con garantía de acciones de Tesla;
(3) 13.000 millones respaldados con los propios activos de la empresa comprada.
Los números y el negocio de Twitter
Twitter nación en Silicon Valley en el año 2006.
Fue fundada por Jack Dorsey y Noah Glass con el objetivo de dinamizar los mensajes por SMS.
De hecho, en 2021 alcanzó una cifra de negocio de 5.080 millones de dólares (4.820 millones de euros), arrojando unas pérdidas de -221 millones (-210 millones de euros).
Es por ello que Musk pretende implantar varios cambios dentro de Twitter en los ámbitos financiero y comercial para hacer que la empresa sea rentable, y para reducir la gran dependencia que tiene de su principal fuente de ingresos (la publicidad), tan expuesta a la situación económica de cada momento.
El empresario ha anunciado además su intención de sacar de nuevo a bolsa a Twitter pasados 3 años, una vez haya conseguido catapultar el valor de la compañía.
Otro de los retos de Musk es el de conseguir captar más usuarios para Twitter. Esta red tiene más de 430 millones de usuarios, ocupando el puesto número 15 en el ranking de redes sociales, muy por detrás de los casi 3.000 millones de Facebook o los 2.500 de Youtube.
Más usuarios supondría más impactos, y por tanto, mayor público y más facturación por publicidad.
Un ambicioso plan: duplicar los usuarios y quintuplicar los ingresos
Musk pretende llegar a 2028 (dentro de 6 años) cumpliendo los siguientes objetivos:
(a) Superar los 900 millones de usuarios.
(b) Conseguir 5 veces más ingresos hasta alcanzar los los 26.400 millones de dólares (frente a los 5.000 del año 2021).
(c) Y todo ello además reduciendo la dependencia de los ingresos por publicidad (pasando del 85% al 45%).
La nueva estructura de ingresos que pretende conseguir para Twitter sería:
(1) 12.000 millones de dólares procedentes de publicidad;
(2) 10.000 millones de dólares procedentes de suscripciones a través de la plataforma de pago premium "Twitter Blue";
(3) 4.400 millones restantes procedentes de otras fuentes como las donaciones y las colaboraciones con usuarios a través de propinas y compras.
El objetivo de Musk: "recuperar la libertad de expresión" en Twitter
Las redes sociales se han convertido en las principales plazas públicas del siglo XXI en las que los ciudadanos (además de todo tipo de profesionales, artistas, asociaciones, empresas, políticos...) expresan abiertamente y para todo el mundo sus opiniones.
Es por ello que han adquirido un enorme peso y poder de influencia en lo que a generación de opinión y relevancia a nivel social se refiere.
Esto significa que pretende quitar los filtros "políticamente correctos" que en los últimos años ha ido introduciendo la compañía para controlar el discurso de los usuarios.
Filtros que presentados en forma de "moderación" venían provocando el cierre o suspensión de cuentas por decir una palabra prohibida o por mostrar una idea que se sale del discurso "progre" de lo políticamente correcto: en definitiva, una suerte de censura por motivos ideológicos.
Uno de los ejemplos más notorios fue la suspensión de la cuenta a Donald Trump. O todas las publicaciones censuradas relativas a la pandemia del coronavirus y su origen que diferían del "discurso oficial" que los gobiernos pretendían mantener.
Estos filtros además no han servido para evitar las conductas que supuestamente trataban de disuadir (el supuesto motivo de su existencia): en Twitter siguen siendo habituales las manifestaciones de odio, discusiones acaloradas, amenazas, insultos y ataques entre usuarios.
De hecho, se suele decir de las redes sociales que Instagram es "amor", Facebook es "amistad", Tiktok es "diversión", y Twitter es "odio".
Y es que tanto el Gobierno de EE.UU. como la Unión Europea han manifestado su "inquietud" ante la adquisición de Twitter por Musk, cuando éste únicamente ha comentado su intención de devolver la libertad de expresión a la red.
¿Puede generar recelo en las altas instancias -cuya intención es controlar a las masas- el hecho de que el discurso en redes sociales deje de estar controlado?
La airada reacción de la "izquierda posmoderna": ¿El fin de la tiranía "progre"?
La reacción de la izquierda postmoderna no se ha hecho esperar: poniendo el grito en el cielo, esta corriente progresista que procede del partido demócrata y que es mayoritaria en EE.UU. (si bien tiene una notable presencia en otros países como España) se ha manifestado en contra de las intenciones del nuevo propietario, es decir, en contra de mejorar la libertad de expresión.
La izquierda posmoderna defiende que existe un único discurso y pensamiento correcto (el suyo) y que todo lo que se salga de ahí es censurable (como ocurre en la "moderación" de Twitter).
No se pueden rebatir determinados "becerros de oro" de la izquierda como su particular concepción del feminismo, su especial visión de la ecología (muchas veces contrapuesta con el desarrollo industrial y el bienestar económico), la agrupación y división de la sociedad en segmentos que deben pensar de acuerdo a unos determinados cánones inamovibles (el segmento LGTBI, el segmento de las mujeres, el segmento de los jóvenes...).
El hecho de que Musk haya manifestado claramente su intención de restaurar la libertad de expresión en Twitter ha provocado que la izquierda posmoderna diga con contundencia y claridad por fin lo que realmente piensa:
1) Que detesta la libertad de expresión.
2) Que la libertad de expresión le parece algo "de derechas".
3) Que la libertad de expresión y el delito de odio son casi lo mismo.
Es decir, la izquierda posmoderna echa espuma por la boca no porque un magnate haya comprado una red social para censurarla a favor de su ideología, sino porque no la vaya a censurar según los intereses de la tendencia "progre" hasta ahora impuesta.
Por tanto, esto pone de manifiesto que una buena parte de la izquierda (la mayoritaria en EE.UU. por desgracia, y con bastante presencia en España) se ha divorciado de la libertad de expresión.
La izquierda posmoderna supone la muerte de la izquierda ilustrada, una corriente muy necesaria y beneficiosa para el avance del mundo y las libertades, pero que se ha ido deteriorando o deformando en forma de tiranía ideológica.
Al más puro estilo de dictadura, esta nueva corriente progresista opta por la censura, por la seguridad de que nadie se saldrá del discurso "políticamente correcto" establecido, en detrimento de la libertad de los ciudadanos.
Desde dentro de la izquierda hay muchas manifestaciones en contra de esta deriva que se ha hecho mayoritaria entre las nuevas generaciones: gente progresista que sí está a favor de la libertad de expresión y que no apoya para nada la dictadura de pensamiento planteada.
En los próximos meses comprobaremos si los cambios en Twitter son el principio del fin del discurso de pensamiento único de la izquierda posmoderna, y si la izquierda "más razonable" vuelve a ganar el protagonismo que probablemente nunca debió perder.
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